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LA ARQUEOLOGÍA SUBACUÁTICA EN GALICIA

Fernando Varela Rodríguez

inmersiones

El objetivo de mi investigación es servir de aproximación al estudio de la Arqueología Subacuática en Galicia, habida cuenta del retraso en que se encuentra y planteando a la vez posibles alternativas que permitan abordar éste interesante campo en un futuro. Para ello es necesario, en primer lugar, poner en claro en qué punto se encuentran actualmente nuestros conocimientos al respecto; cuáles han sido los trabajos realizados y en qué condiciones; de qué manera podemos encarar ésta actividad dadas las especiales características de nuestras costas, en las cuales existe una gran diversidad morfológica y dinámica. Por otra parte, la ubicación de Galicia como zona de paso obligado para el tráfico marítimo atlántico desde la Prehistoria implica la presencia en nuestras aguas de abundantes restos de naufragios, aspecto potenciado por la abundancia de temporales y peligrosos bajíos que desde siempre han provocado catástrofes marítimas. A pesar de ello, hasta el momento los intentos de desenvolver una actividad arqueológica subacuática en el noroeste peninsular no han dejado de ser simples escarceos con medios muy limitados y sin un apoyo institucional y económico mínimo; por ello, otro de los puntos a tener en cuenta es la posibilidad de plantear un proyecto serio de investigación que permita que Galicia se ponga con el tiempo al nivel de otras zonas de la geografía española, aprovechando las posibilidades potenciales que ofrece ésta actividad para el conocimiento de nuestra historia.

cousteau

La arqueología subacuática es una actividad relativamente reciente. La evolución de las técnicas de inmersión marcará su despegue y desarrollo, con la invención de la escafandra autónoma allá por los años cuarenta del siglo XX. En 1.943 el teniente de navío francés Jaques Yves Cousteau y el ingeniero Emile Gagnan consiguieron hacer operativa una válvula de aire a presión que permitía al buceador transportar su propio suministro para poder respirar bajo las aguas, y gracias a ello poder liberarse de las pesadas y toscas escafandras empleadas por los buzos profesionales desde hacía más de un siglo.

Los primeros pasos de ésta actividad están vinculados al mar Mediterráneo. Será en él donde se realicen los primeros trabajos dotados de rigor científico, sentando las bases y desarrollando las técnicas que marcarían la pauta de sucesivas investigaciones.

Desde sus comienzos ha habido una tendencia a contemplar, equivocadamente, a la arqueología subacuática como un mundo aparte, desconectado de la arqueología terrestre. Afortunadamente ésta visión ha cambiado a lo largo de los años, siendo cada vez más grande la interrelación entre ambas, y creciente la integración de nuestra disciplina dentro del conjunto de las investigaciones históricas.

Arqueología Subacuática es la denominación creada por George Bass para designar la actividad de la que estamos tratando, a pesar de que ni él ni nosotros vemos la necesidad de la adjetivación "subacuática". Pero la emplearemos para denominar todo trabajo arqueológico que se desarrolle tanto bajo el mar como en ríos, lagos, etc., cambiando la idea que limitaba su ámbito a los yacimientos submarinos.

arqueología

La actividad arqueológica subacuática ha tenido, y tiene, su principal ámbito de operaciones en el Mediterráneo. En éste se dan las condiciones más óptimas para su desarrollo, tanto por la abundancia de yacimientos como por las excelentes características de las aguas que bañan sus costas; aguas cálidas y tranquilas, a la vez que dotadas de unas condiciones de nitidez y visibilidad muy apropiadas para el trabajo arqueológico. Sin embargo, ello no ha sido obstáculo para que en lugares tan diferentes del mundo marino como el mar Báltico o los lagos suizos se hayan realizado trabajos que también han pasado, con todo merecimiento, a ser considerados como parte de las intervenciones clásicas dentro de este campo. Las excavaciones de los barcos viquingos en el fiordo de Roskilde, el levantamiento del Vassa en la bahía de Estocolmo o el estudio de estructuras de habitación en los lagos suizos demuestran que los arqueólogos pueden adaptar sus técnicas de trabajo a condiciones físicas muy dispares.

Por ello, en ningún caso se podrá justificar la escasez de interés por la Arqueología Subacuática en Galicia aludiendo a las características físicas o climáticas de nuestras costas. En este sentido, mi trabajo plantea una descripción, "grosso modo", de la variedad de ambientes geográficos y climatológicos del litoral gallego, incidiendo en los tipos más característicos y a la vez con más posibilidades reales de ser objeto de intervención arqueológica.

En los 1.200 kilómetros de costa que posee Galicia es posible diferenciar tramos con características morfológicas distintas. Un primer tramo se extiende entre las rías de Ribadeo, al este, y Viveiro, al oeste; un segundo abarca desde la ría de Viveiro hasta la de A Coruña, al sur; un tercero comprende la denominada popularmente como "Costa da Morte", que se alarga desde el sur de A Coruña, hasta el cabo Fisterra; un cuarto sector engloba las Rías Baixas, entre Fisterra y el cabo Silleiro y, un quinto, se extiende desde este lugar a la desembocadura del río Miño. El primer tramo se caracteriza por presentar una línea de costa rectilínea, apenas rota por la ría de Foz. En el segundo se suceden una serie de rías, las de Viveiro y O Barqueiro siguen una dirección norte-sur, y hacia el interior enlazan con valles estrechos y encajados como los de los ríos Sor y Landro. Las rías atlánticas, por contra, se estiran de oeste a este, como la de Cedeira, o se apiñan generando una forma lobulada que también siguen la dirección general de oeste-este, como las de Ferrol, Ares y A Coruña. El tercer tramo domina una línea de costa rectilínea que únicamente se abre en las rías de Corme-Laxe y Camariñas. Entre Fisterra y Silleiro se encuentran las Rías Baixas, se trata de las rías de mayores dimensiones y que tienen en común presentar una orientación SO-NE; el estrecharse progresivamente en esta dirección; el aparecer flanqueadas, por el norte y por el sur, por sierras, caso del Barbanza, entre Muros-Noia y Arousa, o los montes de Castroverde, entre la de Pontevedra y Vigo; y el enlazar con valles encajados que se introducen hacia el interior, caso del Ulla, en Arousa, el Tambre, en Muros-Noia. Al sur del cabo Silleiro, entre éste y la desembocadura del río Miño, hallamos otro tramo caracterizado por una línea de costa rectilínea que se encuentra flanqueada por el este por la Serra da Groba.

Una de las zonas de nuestra costa que más se relaciona trágicamente con naufragios y desastres marinos es la conocida como la "Costa da Morte". El elevado número de naufragios ocurridos en ella se debe a, en primer lugar, su situación, ya que desde siempre ha constituido un lugar de paso obligado para los barcos que desde los puertos europeos del norte se dirigían al sur o viceversa. Las características morfológicas de esta costa, junto con las adversas condiciones atmosféricas y marítimas que tienen lugar con relativa frecuencia, ha sido la causa de que muchos de estos barcos terminasen aquí su recorrido de forma trágica. Sin embargo, la gran cantidad de naufragios que han visto sus aguas han sufrido un gran dispersión en la mayor parte de los casos, debido a la influencia de una dinámica marina especialmente activa que provoca en casi todos los casos la destrucción, en mayor o menor medida, de los restos. Por otra parte, las rías gallegas, y más en concreto las Rías Baixas, constituyen un tipo de relieve característico y sin igual en otras zonas del planeta. En lo que respecta a la actividad arqueológica subacuática, es indudable que constituyen enclaves de abrigo privilegiados para el tráfico marítimo, lo cual indica que sus aguas forzosamente deben albergar innumerables restos de barcos hundidos a lo largo de la historia. El carácter sedimentario de su formación geológica es, además, garantía de que los posibles "pecios" se encuentren en buen estado de conservación, puesto que es bien sabido que los sedimentos protegen la materia orgánica de la dañina influencia de microorganismos destructores de la madera (elemento constructivo naval por excelencia, hasta bien entrado el siglo XIX).

En cuanto al estado actual de las investigaciones, hay que destacar el carácter reciente de la Arqueología Subacuática Gallega, si excluimos los casos de aquellas personas que realizaron y realizan actuaciones sin ningún móvil científico y sí económico. Pasando por encima de los trabajos de Robert Stenuit en la zona de Rande (ría de Vigo), cuya finalidad fue meramente económica, en la década de los setenta del siglo XX la OJE pontevedresa con la "Expedición Galatea" intentó recuperar materiales de un pecio próximo a la playa de Santa María de la Lanzada. Con posterioridad la Universidad Compostelana creará el CUAS (Club Universitario de Arqueología Subacuática), cuyos trabajos no pasaron de ser intentos infructuosos. En 1.975 surge el GIRAS (Grupo de Investigación y Rescate Arqueológico Submarino) vinculado al Club del Mar y relacionado con el museo de San Antón de A Coruña, efectuando entre 1.976 y 1.979 numerosas prospecciones. Entre 1.982 y 1.987, un grupo de buceadores y arqueólogos vinculados al museo de Pontevedra (Grupo de Arqueología Alfredo García Alén) realizaron prospecciones en el litoral pontevedrés. En 1.989 surge la Escola Taller de Mergullo Científico, donde se realiza un "Proyecto de Estudio Arqueológico de la Ría de Vigo", y se da a los alumnos una formación teórico-práctica en técnicas aplicadas a la Arqueología, Botánica e Imagen Subacuática.

Buceador en el pecio alejandro

La necesidad de organizar un grupo estable de trabajo arqueológico subacuático en Galicia es evidente desde el momento en que se adquiere conciencia de que su inexistencia potencia la continua destrucción y expolio del abundante registro existente en nuestras aguas. Las iniciativas han sido hasta el momento infructuosas por la falta de apoyo institucional y el desinterés de las autoridades que deben velar por nuestro patrimonio. En este sentido considero que la creación de un grupo de trabajo formado por arqueólogos con experiencia en el mundo subacuático, con la colaboración de técnicos en otros campos como la Geología, la Biología, Fotografía, etc., contribuiría a llevar a cabo actuaciones tendentes a concienciar al resto de la sociedad sobre la importancia de velar por nuestro patrimonio sumergido. El apoyo de las instituciones administrativas y de la Universidad resultarían básicos a la hora de dotarlo de credibilidad y capacidad para recoger e interpretar los datos de las investigaciones.

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